Personas felices.
Educar es también saber decir “No”, y a la vez, decir que “Sí” con la mirada, porque educar no es sólo prohibir, sino abrirles nuestro corazón para reforzar cada día el vínculo emocional con los niños, dándoles a entender que estamos con ellos en cada instante para propiciar su madurez como personas felices y capaces.
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